martes, 20 de agosto de 2019

Entrevista que me hizo Valeria Campbell

Gabriela Ivy: “Me vestía y me maquillaba porque era la única manera que no deseara morirme”
Si cada persona libra su propia batalla interna, Gabriela Ivy es de aquellas que atienden sus propios asuntos y ofrecen su mejor cara al exterior. Nada de actitudes tóxicas para su alrededor, sino una postura positiva expresada en una sonrisa, el resultado de un largo y arduo trabajo introspectivo. Al final, después de los sufrimientos, de los desprecios y más de una humillación, encontró la fortaleza que estaba escondida y a partir de ahí desplegó su talento y sus numerosas inquietudes en el rubro de la comunicación. Una chica que entró muy fácil en el núcleo del grupo y que, paralelamente, está comprometida con todo el movimiento transgénero. Más allá de las pelucas y el brillo, siente que tiene una misión y está dispuesta a transmitir un mensaje. 
 
-No viviste el típico comienzo de closet en el crossdressing, sino que llegó desde la vía drag y hace siete años. ¿Cómo se fue dando todo?
-Desde chiquita hacíamos obras de teatro en mi casa con mis hermanos para los cumples y mi hermana me “disfrazaba” de nena. Disfrutaba mucho ponerme vestidos y desde ahí, siempre que podía, aprovechaba para usar prendas o maquillarme a modo de “broma”. En 2012 conocí a un chico por la página “Manhunt” y le comenté que me atraía el transformismo. Un día me invitó a cenar y me mostró videos de sus shows. Cuando vio mi entusiasmo, abrió su placard y me empecé a probar sus ropas mientras me sacaba fotos. Desde ahí supe que eso era lo que quería, por lo menos a nivel laboral.
 
-¿Cómo plasmás tu perfil artístico?
-Hago fiestas privadas o en teatro; no me gusta hacer mucho en boliches porque en ese ambiente no se puede apreciar tanto y la conexión con el público es distinta. Generalmente son shows bailados y cantados, y en los privados conduzco y trato de mechar algún chiste.
Junto con su compañera en las tablas, Unique
-¿En qué teatros estuviste?
 
-En Paseo la Plaza, Beckett, Broadway, Empire y Armenio, entre otros. Hago duplas con Unique, una chica que estuvo en la Noche Cross de julio. Y lo último que hice fue en diciembre pasado, porque en enero empecé con un tratamiento hormonal y me está tomando mucho tiempo, tanto que no me puedo dedicar a los ensayos. Pero estamos armando cosas con un amigo que es director de teatro usando mapping, que es una técnica de proyección en la escenografía teatral. Quiero hacer una obra que trate sobre la temática trans. Además, retomé canto y ya grabé dos covers que estoy esperando que mi profe los termine de editar, así que seguro que en 2020 retomo con todo a nivel artístico y haciendo algo más profesional.
 
-¿Y los personajes que encarnás?
 
-Son todos míos, no me gusta hacer lipsync imitando a otros artistas. Es decir, interpreto lipsyncs de otros músicos pero siendo Luxurya Shiatsu, que es mi personaje drag.
Luxurya Shiatsu, el perfil drag de Gaby
-¿Por qué decidiste enlazar la experiencia de los shows con este crossdressing social por el que te conocimos?
 
-En 2017 me dedicaba al running. Si bien nunca me gustó correr, me atraía porque despejaba mi mente y bajaba de peso. Me pasó que en septiembre de ese año me lastimé la rodilla cuando me caí de la bicicleta en plena Avenida Independencia y por dos meses no pude correr. Desde que era adolescente tuve el pensamiento de llevarme un revólver a la cabeza y dispararme, y cuando tuve el accidente de la bicicleta volvió ese pensamiento recurrente, pero de una manera más severa.

-¿De qué forma se manifestó ese pensamiento?
 
-Caminaba por delante de los coches deseando que me pisaran, entonces inconscientemente me ponía la ropa de los shows cuando llegaba a casa luego del trabajo. Me vestía, me maquillaba y me compré una peluca nueva, porque era la única manera que me bajara la ansiedad y no deseara morirme. De hecho, se me iba el dolor de rodilla. Ahí me di cuenta de que quería llevar esta vida más allá de los shows.
 
-Me hablabas antes del tratamiento hormonal y siempre me pregunto qué mueve a una cross a iniciarlo. ¿Cómo fue aquella decisión y cómo lo llevás? 
 
-Recuerdo que a mis 16 años, sin siquiera conocer mi género o saber que me gustaban los hombres, les dije a mis amigos de ese entonces que yo iba a marchar en el Congreso para que las travestis pudieran estudiar. Nunca supe por qué dije eso; de hecho vengo de una familia conservadora, pero nunca lo olvidé. En mi adolescencia, con una obesidad de 116 kilos y mi cara llena de granos, me refugiaba en las canciones sororas de las Spice Girls y luego en el empoderamiento feminista de Beyoncé. Fue así que empecé a interiorizarme en todo lo que es el transfeminismo y me pareció que es un motor muy importante en mi vida. Considero que hay que ser consecuente con las luchas; no se puede militar para sacar a la gente de la pobreza viviendo en un country de Nordelta, sino que hay que estar ahí. Por eso comencé desde la parte más burocrática y luego con la sociedad.
 
-¿Te generan algún tipo de ansiedad las oscilaciones de estrógenos y testosterona cada vez que estás a la espera de algún resultado?
 
-Sinceramente no. Hoy por hoy, ir al hospital es un trámite, me encanta porque charlo mucho con los médicos y voy bastante seguido. De hecho, al ser una persona ciclotímica, no noto diferencia si el tema hormonal realmente afecta mi estado de ánimo.
Tres Ivys en una: la pícara, la metalera y la artística estilo Madonna

-¿Cuál sería el destino o la “estación final” que querés para tu vida en cuestiones de género? Cuando te conocí me sorprendiste al contarme que sos no binaria.
 
-A nivel físico, por ahora, sólo hormonas. Estoy muy enamorada de mi cuerpo, si bien me gustaría bajar un poco más de peso, pero a nivel salud estoy 10/10. A nivel profesional me atraería estar muy metida en política. Hay mucho trabajo por hacer, veo que marchan más personas por la despenalización del cannabis que por los travesticidios. Las personas trans corresponden al último eslabón de la sociedad, inclusive hoy, y eso tiene que mudar.
 
-Aun estando dentro de este ambiente, muchas veces caemos en encasillamientos. ¿Qué tipo de sociedad observás en Argentina respecto del universo LGTTTBIQ+ y qué te gustaría en este sentido?
 
-La comunidad LGTTTBIQ+ comete el pecado de segregarse siendo minoría. Siempre digo que recibí más discriminación en los boliches gays por gordo que en lugares hetero por puto. Actualmente salgo montada a bares gays y noto las miradas despectivas y los cuchicheos mientras nos miran. Eso me da tristeza, porque si no nos apoyamos entre todxs, nunca vamos a poder trans-mitir la inclusión. Insisto que la visibilización es el eje frente a todo movimiento minoritario que va in crescendo, por más que suene careta o marketinero. Nunca está de más mostrar que existimos, estamos y nos unimos. El resto vendrá sólo.
Alas de libertad en una marcha, reivindicando a la comunidad transgénero
-¿Sos de marchar de manera frecuente?
 
-Sí, a todas las marchas que pueda ir y que tengan que ver con los derechos humanos.
 
-¿De qué forma caíste en La Banda del Golden Cross y cómo sigue tu trabajo en redes para el grupo?
 
-Chateando en Contactossex, un chico me preguntó si frecuentaba alguna juntada cross. Le dije que tenía ganas pero que no conocía ningún grupo, y ahí me sugirió que fuera a la Banda del Golden Cross porque había muy buena energía. Así fue que me sumé. Ahora me encanta aportar mi grano de arena en las redes sociales de La Banda, porque las chicas son muy profesionales y se lo toman en serio. Además, hago lo que me gusta: me dejan crear e incluso “nerdeo” mucho con Ale Fernández que es una geek de los programas Adobe al igual que yo.
Gabriela Ivy en Básico Bar, en su primera Noche Cross
-Imaginate que te contratara una empresa para que logres el objetivo de duplicar el promedio de chicas asistentes a LNC. ¿Qué se te ocurriría hacer en materia de difusión?
 
-Primero, ampliar el espectro. Creo en la diversidad, que haya gente cis. Apuntaría al target de 20 a 30 años porque tenemos mucho que aprender de ellxs. Lxs chicxs de esa edad, hoy por hoy, no tienen tapujos en salir con las uñas pintadas o maquilladxs. Creo que nos podríamos retroalimentar compartiendo nuestras vivencias, pero sin perder el foco de que es una Noche Cross. Por ende, todo giraría en torno a esta temática. Y mi deseo es que la Cross del Año sea una cross no hegemónica, porque eso rompería muchas barreras. Sobre todo para las personas que no se animan a venir a la juntada porque “son gordas” o tienen “cara de tipo”.
Catálogo Koleston 2000 con Valeria Campbell y Agustina Lila
-¿Hacia dónde creés que puede evolucionar este grupo en su condición cross, más allá de la diversidad de gustos y costumbres de cada una?
 
-Me lo imagino más ecuménico, que el mundo sepa que nos juntamos y que estén todxs invitadxs. Que se puede estar casadx y tener hijxs y es posible venir con sus esposas, demostrar que la ropa no tiene género. Que tan sólo es una construcción social, y el hecho de que te vistas “de mujer” no te impide estar casadx con una y que puedan ser felices. Es decir, trans-mitir todos esos mensajes. Que al closet no vuelvan nunca más. Que de hecho no existan closets. En síntesis, dejar de ser una juntada de un grupo mínimo para convertirse en una comunidad. Para ello es necesario ser visibles, ir a la marcha del orgullo LGTTTBIQ+, por ejemplo, o como hicieron las chicas de presentarse en los medios. Todo suma.

Junto con Unique y Alma Sativa en la fantástica Noche Cross de Casa Jache
-Particularmente me siento a la deriva en temas de pareja, un poco es lo que vaya surgiendo. Por otro lado, siempre está ContactosSex para “rescatarse” y vivir alguna aventura sexual. ¿Cómo manejás esta cuestión? La otra vez posteaste unas críticas a los varones cis.
 
-El machismo está muy instalado aun incluso para nosotras, como decía anteriormente. Las trans -incluyendo en este colectivo a las cross y a las drags- somos el último eslabón de la sociedad. Los tipos no nos dejan de ver como algo para sacarse la calentura: el 97 % está casado o en pareja con mujeres cis. Se acuestan con nosotras porque “les damos lo que sus mujeres no les dan”. No pasamos de esa valoración, ellos nos quieren para tener sexo pero nunca nos invitan a tomar algo; al menos esto es lo que vivo yo y las personas que cuentan sus anécdotas que logro recopilar. No se dejan ver agarrados de la mano con una de nosotras en la calle a la luz del día y siempre exigen cosas: que se la chupes de tal manera, que tengas una tanga de equis color, o una peluca de tal largo, pero ellos no son capaces de preguntar qué nos gusta. Si les pedís una foto, enseguida te mandan una de su miembro, cuando en realidad deseás conocerle su rostro, sus manos o sus piernas. No aceptan un no como respuesta y te siguen enviando mensajes por más que no les respondas. A veces no te dan besos, entonces te sentís una prostituta, pero una prostituta frustrada porque después de acabar se van y ni siquiera viste dinero.
Los mil tonos en las pelucas de la Ivy
-¿Con qué tuviste que lidiar en la intimidad?
 
-Con muchas cosas. Cuando llegan a mi casa y ven que tengo la biblioteca llena de libros feministas, escucho comentarios (que no pedí) tales como: “¡Ah! Vos sos de ésas”, “Comparto que marchen pero no las formas”, “En vez de pedir por aborto, que usen forro”. En este último caso, aprovecho para retrucar que los preservativos los tuve que aportar yo. Amén de que me cuentan anécdotas con comentarios despectivos como: “Me atendió un putito”, “Los travas son como los lomos de burro, de día los esquivas, de noche te los comes”. Y la lista sigue…
 
-¿Cómo es tu closet? ¿Hay abundancia de ropa drag más allá de la convencional?
 
-Luego de ver que por el tamaño de mi cuerpo sólo conseguía en las tiendas ropas de señora mayor, decidí tomar un curso de corte y confección, ya que me gusta mostrar mi cuerpo y usar ropa ajustada, sumado a que la ropa que se considera “de mujer” es más variada y que me visto así no sólo para los shows, sino también para salir. Te diría que actualmente mi closet es 60% ropa drag, 20% “de mujer” y 20% “de hombre”.
Frente a un espejo escrito con labial, al estilo de Ru Paul Drag Race
-¿Cuál es tu tipo de salida ideal?
 
-Me gusta mucho salir sola cuando es así: cine y pochoclos y luego ir a Flux, que es un bar del que me encanta el ambiente y está en el microcentro, en la calle Marcelo T. de Alvear. Si es acompañada o cita, me encanta comer afuera y prefiero las fondas, porque la comida es abundante. Y luego, ir a un bar o a la casa de esa persona.
 
-¿Cómo te definirías como persona y de qué manera te gusta relacionarte con la gente?
 
-Soy muy socialera, amo la comunicación. Debe ser porque en mi casa no se dialogaba, entonces me gustan las reuniones y los cumpleaños. Me gusta caer sola a un lugar donde no me conoce nadie porque sé que voy a terminar hablando hasta con las paredes. De hecho estudié muchas cosas relacionadas a la comunicación, como programación neurolingüística, inglés y portugués. Además, trabajo dando capacitaciones. Me considero muy estructurada y, como buena luna en Acuario, me encanta todo lo artístico: canto, danza, teatro, dibujo animado, audiovisuales, etcétera.
Pestañas gigantescas para un look drag super poderoso
-Al margen de los matices y las preferencias, creo que todas estamos convencidas del camino cross que elegimos. Pero… ¿qué precio se paga con estas elecciones de vida? ¿Cuál es el lado menos placentero?
 
-Lo que más me da ansiedad es salir a la calle. Me ha pasado que me rodee un grupo de varones para insultarme, que me pidan plata, que los lleve a Constitución (vivía en Montserrat y se pensaba que me iba a trabajar allá como prostituta). Tengo vecinos que me dejaron de hablar cuando me vieron maquillada, amigxs que se distanciaron, que se pensaron que lo mío era una etapa o un capricho y que me iba a arrepentir. En Mar del Plata me arrojaron pedazos de hielo desde un balcón.
 
-¿Y en tu trabajo?
-En mi círculo laboral me muevo en un ambiente donde todos son varones y escucho que usan la palabra “puto” como insulto o “el trava” de manera despectiva. Por fortuna, mi jefe (Hernán Seivane) me apoya en todo este proceso y se muestra interesado en saber todo con respecto a las perspectivas de género e idioma inclusive. Yo digo que cuando emprendés el tratamiento trans, vivir este tipo de cosas forma parte del “contrato que firmás”. Deseo fervientemente que a medida que pase el tiempo, esto cambie.

Gaby Ivy decidió plantarse y defender sus derechos
-¿Cuál fue la anécdota que te marcó y que te describe para ser hoy Gabriela Ivy?
 
-La forma de encarar la vida en general, desde que dije: soy Gabriela (o Gaby, que es más consecuente con mi no-binarismo). Dejé de ser una persona tibia y soy decisa en todo lo que hago. Cuando veo que no se me respeta declaro mis derechos, no hay miedos ni dudas. Además, desde mi militancia estoy ejerciendo todo lo que estudié, toda mi parte comunicacional y audiovisual que antes no sabía para qué lado encarar. Hoy tiene un único foco.

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