Hace un mes solicité turno con un psicólogo, pero no porque estuviera mal con algún aspecto de mi vida, sino todo lo contrario, pedí turno con un psicólogo ya que me estaban sucediendo cosas muy buenas en mi vida y no podía sentir ningún tipo de emocionalidad. Había logrado cumplir el sueño de la mayor parte de mi vida pero no sentí nada, ni siquiera un poco de alegría, presupuse que sería la antesala a algún brote o algo por el estilo, así que decidí ocuparme a tiempo, pedí una entrevista a un psicólogo progre y gay (como para no tener que andar lidiando con cuestiones conservadoras básicas propias de los psicólogos de la “Old School”), la cita se registraba de manera on line(algo que adoro ya que detesto las formalidades y el hablar por teléfono con la gente como buena Millenial que soy), otro motivo por el cual quise comenzar terapia fue porque no estoy haciendo nuevos amigos, los amigos que conservo los conocí previo a transicionar, los mantengo desde hace 20 años y son con los que mantengo una relación fluída, pero luego de transicionar solo veo a la gente acercándose por interés o simplemente por cubrir un vacío existencial y no por el motivo de desear establecer un vínculo con mi persona. El asunto es que esos amigos de hace muchos años o bien se mueren, o bien se van a vivir al exterior o bien dejan de hablarme, entonces me encuentro con que existe la posibilidad de quedarme sin amigos, pero lo que más me llama la atención es que el hecho de quedarme sin amigos no me asusta ni me preocupa, hasta lo veo como un alivio de establecer compromisos a futuro, por ello también me pareció menester tener una cita con el psicólogo. El psicólogo como buen Hippie Centennial jamás se contactó conmigo para confirmarme la entrevista, llegó el día agendado y como se hicieron las 18hs y no me contactó para tener la entrevista por Google Meets, me dispuse a tomar el tren para ir a buscar algo a CABA. Llegando al andén me cae un mensaje del psicólogo enviando el link para conectarnos al Meets, el celular marcaba las 18.07hs asi que hice caso omiso al mensaje: tomé hace un tiempo una postura radical con respecto a la impuntualidad y la falta de comunicación. Así que actualmente estoy sin psicólogo y sin sentimientos de felicidad frente a los logros ni tristeza frente a la decepción que las personas sienten por mí, toda mi vida he convivido con el decepcionar o enojar a la gente, heredé el don de mi madre de saber qué fibra tocar utilizando las palabras exactas para sin esfuerzo molestar al otro, eso logró que mucha gente se haya ofendido y me haya dejado de hablar por años, pero como mi intencionalidad nunca fue la de herir sino la de ser genuina con lo que pienso, en esos años transcurridos he recuperado amistades en donde la mayoría de veces me han pedido disculpas por reaccionar de esa manera ya que entendieron que decía las cosas por su bienestar. Recuerdo las primeras veces que me sucedía que iba corriendo detrás de las personas y hasta pidiendo disculpas por una acción que no había cometido. Mi madre siempre me crió con sentimiento de culpa y bajos las artes manipulatorias de la típica crianza de la época.
Reflexionando cada tanto y haciendo una coyuntura con respecto a los temas a tratar en el psicólogo (en el caso de que llegase a aparecer alguno que sea puntual) descubrí la metáfora del Mjölnir, que es la metáfora del Mjölnir? El Mjölnir es el martillo que utiliza Thor en la mitología escandinava, hace poco se estrenó la película Thor Love and Thunder basada en los cómics de Marvel dirigida por un neozelandés canoso (algo que me atrae en demasía) cuya película JoJo Rabbit me gustó muchísimo (lamentablemente no puedo decir lo mismo de Love and Thunder), una particularidad de Thor es que le solicita al Mjölnir que proteja a su entonces novia: Jane Foster. Jane atravesando pleno estadío de cáncer recibe el Mjölnir para que lo pueda utilizar volviéndose poderosa como Thor, haciéndose llamar “Mighty Thor” pero a cambio por cada vez que utilizara el Mjolnir ella iba perdiendo vida útil, es decir, cuanto más rápido lo usara más rápido moriría. Entonces mi mente viajó específicamente a mi situación actual, donde cuanto menos amigos voy teniendo mayores cosas exitosas suceden en mi vida: a nivel laboral, estudiantil, económico, etc. De hecho ayer un amigo de hace mucho tiempo se ofendió por algo que mencioné que ni siquiera le afectaba a él (es una persona muy orgullosa y muy sensible a situaciones) por lo que me dejó de hablar y dejó uno de los grupos de Whatsapp en los que estaba conmigo, un acto al que yo llamo “revolear la estola”, una actitud teatrera y cuasi infantil que evita el diálogo y la comunicación. Claramente no fui corriendo a preguntarle lo que le había sucedido ya que esas actitudes tan sólo sirven para demandar atención y además estaba resolviendo algo a nivel laboral. A las dos horas de este episodio me encontraba en la facultad y en una materia en la que me había sacado 6.25 y 5 en los dos primeros parciales, recibimos una notificación que dichas notas se promediarían y que algunos promedios serían subidos por participación en clases. Como resultado mi promedio entre ambos parciales resultaron en 7 como nota y con la posibilidad de promocionar. Fue una reacción Mjölnir bastante inmediata: perder un amigo implicó tener éxito en un aspecto de mi vida. Todo esto me deja pensando: ¿aceptaría una vida de éxitos absolutos sin tener ningún amigo? ¿Será por eso que la gente exitosa no tiene amigos? ¿Es ético no sentir angustia por no tener amigos? ¿Aceptaría volver a tener amigos pero ser una fracasada en otras áreas de la vida? ¿Encontraré alguna vez algún psicólogo para tratar estos temas?
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