No quería dejar pasar la reflexión sobre mi viaje a Salvador de Bahía (aclaro porque la gente piensa que hablo de San Salvador de Jujuy), un lugar sumamente importante para mi porque jugó con el factor sorpresa desde que me lo presentó una amiga, además sentí que abrió un ciclo que se cierra diez años después, un ciclo que me dio muchas oportunidades que forjaron mucho de lo que hoy soy pero que a la vez tuvo mucho de caótico. Qué decir de ese lugar? Que es riquísimo culturalmente, antropológicamente y sociológicamente, que me ha hecho pasar por infinitas emociones (y eso que estuve en Japón y Estados Unidos), que su música ha quedado tan calada en mi que es la que escucho cuando quiero evadir este mundo tan caótico y me conecta con un montón de emociones, porque a pesar de ser una música que acá la consideran hueca, habla de una realidad social, describe una situación que tranquilamente es la que se puede respirar acá en el conurbano en esa latinidad que tanto nos atraviesa. Pero lo más importante era volver a conectar como Gabriela Ivy. Si… fue mi primer viaje luego de comenzar a transicionar (y siempre diré que estoy transicionando porque es algo que nunca se termina). Quería vivenciar lo mismo que había vivenciado pero con todo este bagage acumulado llamado experiencia de vida. Como he comentado en otros momentos, me cuesta conectar con el disfrute, así que también quería saber si en el lugar de mayor disfrute en mi vida iba a poder realizar esa sinapsis emocional. De todos los destinos que me habían pasado por la cabeza la brújula siempre tiraba para ese lado, así que derretí mis tarjetas y me embarqué en esa experiencia y de manera solitaria para procesar cada momento.
Claramente el paso de los 10 años no fue gratuito y el cansancio se hizo presente, pude conectar con la parte social, observar las acciones de los habitantes, charlar con ellxs (la última vez que había ido apenas tenía un año cursando portugués). Y además fui a cumplir un objetivo muy importante: agradecer todo lo que me estaba pasando en mi vida, todas las oportunidades que se presentaron y todos los logros, y de paso aproveché para pedir, mucha gente se va a San Expedito, a mi mis rituales metafísicos me quedan un poco más lejos. Siempre que una viaja a la vuelta de ese viaje queda el saborcito de querer seguir viajando, pero a las personas que somos empleadas apenas nos toca un par de semanas así que tendré tiempo para programar mi próximo viaje. Sé que quedan muchas cosas en el tintero por procesar y a medida que pase el tiempo lo iré logrando. Até breve Brasil
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