martes, 27 de octubre de 2020

Qué es el DESEO?

 Según distintas corrientes el deseo puede significar distintas cosas, como toda ser humano decidí buscar esas definiciones en Google:

Según el psicoanálisis, el deseo podría interpretarse como la pulsión de vida, y se dice pulsión porque el instinto como tal no existe para nosotrxs. Esta fuerza inspiradora se contrapone con la pulsión de muerte, dando la dualidad Eros/Thanatos.

En el contexto del budismo, el deseo es considerado la causa de todo sufrimiento. De hecho, las cuatro verdades nobles definen a la vida como sufrimiento (Dukkha) y al deseo como la causa de esta realidad (Samudaya). Lo que sigue es que para eliminar el sufrimiento es necesario eliminar el deseo (Nirodha) lo cual abre las puertas de la iluminación para quien estuviera dispuesto a seguir un camino espiritual (Magga).

La verdad que me quedo más con éste último concepto, al ser yo una persona depresiva, mis deseos pueden funcionar como un motor pero tanto la búsqueda del alcance como mantenerlo para mí, exige una carga emocional muy grande y muchas veces un sentimiento de frustración, si bien cuando concretamos ese deseo ya deja de ser un deseo y comenzamos a desear otra cosa, noto que muchas veces no he disfrutado el trayecto hasta concretar ese deseo y tampoco puedo disfrutar la contención del mismo, llevado al plano emocional, en relación con otras personas puede llegar a ser tan desgastante que termino arruinando todo lo que construí y hasta aburriéndome del objetivo alcanzado, muchas veces he deseado fervientemente estar en una relación pero al momento de concretar algo es agotante la carga emocional del estar pendiente si la otra persona está en sintonía conmigo, cuando logro descubrir que lo está, quedo tan desgastada que termino alejándome de esa persona. Sé que hay mucho de mi ansiedad que me juega en contra en todos esos procesos, y ese boicot constante instaurado desde mi infancia que me dice que no tengo permitido ser feliz.

Y siempre que termino boicoteando ese intento de relación, empiezo a hacer un conteo hacia mi pasado y preguntarme, ¿en qué momento de mi vida se instaló el virus que me prohíbe disfrutar de las cosas simples? 

Muchas veces me pregunto si hubiera nacido como una persona cis cumpliendo todos los mandatos sociales, tal vez me haya permitido disfrutar más lo que amo porque simplemente “yo sí me lo merezco”.

Si no hubiera escuchado frases de mi madre diciéndome, “es horrible tener hijos” o “a los putos hay que meterlos en una cárcel y prenderlos fuego”, por fortuna ella ya no piensa de esa manera, pero esas frases se repiten en mi psiquis como un eco cada vez que estoy disfrutando algo que merezco. Y no estoy hablando de meritocracia, sino simplemente porque nos merecemos disfrutar, considero al placer como algo que debemos tener para atravesar ésta tortura a la que le llaman vida. Y no me refiero a placer el hecho de irse a Hawaii quince días a un all inclusive, sino a tomarse un vino tinto luego que estuviste nueve horas fumándote a gente quejándose en tu laburo mientras ves un número negativo en tu home banking y tu perro te vomitó el balcón. Pero al otro día que te tomaste el vino te subís a la balanza y te diste cuenta que aumentaste un kilo, parecería que la vida no da puntada sin hilo y por eso me apego a la idea Budhista, el meditar es lo único que me ayuda a sobrellevar  éste desastre al que le llaman vida y que mucha gente le dice: “es muy corta”. Cada vez que oigo esa frase me pregunto: “cuánto quiere vivir ésta gente?”

Volviendo al tema de las relaciones es algo así, y no hablo de enamoramientos, a ésta altura conozco ese estado que se genera por la idealización del individuo, y ya sabemos qué sucede cuando nos topamos con la realidad, a pesar de ser fanática de Disney, no creo en el cuento de la Cenicienta, nadie va a venir a rescatarme y sacarme de mi clase media-baja colocándome un zapato en el cual no podría caminar y se rompería a los dos pasos. Por eso prefiero historias como Frozen o Moana, mujeres independientes y empoderadas, es más, Elsa no perseguía deseos, ella se dejaba llevar por las circunstancias.

Hace poco (ayer) me pasó algo que me sucede cada 6 años (aproximadamente) que es ponerme a llorar porque una persona me trata bien, no soy de llanto fácil, pero cuando me tocan las emociones logro desarmarme de esa manera. Antes lloraba cuando alguien me decía “te quiero”, esa parte la tengo clarísima que fue todo un bagage de mi infancia, donde nunca hubo palabras de afecto ni siquiera abrazos. Y me vuelvo a preguntar: de haber nacido cis-hetero, me hubiera pasado lo mismo? Veo mucha gente que estuvo rodeada y contenida por sus afectos en todo su desarrollo, mientras a mis 16 tuve mi primer intento de suicidio, y se me instaló la idea permanente que la vida es una mierda. La madre de un amigo de la secundaria me dijo que era un rasgo característico de lxs adolescentes, pero esa sensación la sigo teniendo al día de hoy que voy a cumplir 40 años. 

Y acá es donde voy al concepto de deseo por parte del psicoanálisis donde tenemos la dualidad Eros/Thanatos, por lo que investigué lo Thanático sería que si no puedo alcanzar mi deseo, desearé (valga la redundancia) la destrucción de la persona que haya alcanzado en su vida MI deseo. Y qué pasa si la que quiere acabar con su vida por un deseo no concretado soy yo misma en vez de la otra persona que sí lo alcanzó? Y qué pasa si acabo mi vida y me pierdo de saber si hubiera podido alcanzar mi deseo?

Y una duda que me alcanza prácticamente todos los días en mi cerebro es: debemos depender del deseo como motor para vivir nuestra vida? Según el psicoanálisis esas pulsiones son las que nos mantiene vivxs. Cómo sobrellevamos el hecho de no haber podido concretar nuestros deseos? Y si hacemos como Elsa que tiene poderes y sin replantearse nada encuentra el secreto de sus orígenes? Que le puede pasar a nuestras vidas. Según el psicoanálisis (por lo que interpreté, estaríamos muertxs de ser así).

Y volviendo al tema de las relaciones, qué sucede si deseamos tener una relación amorosa, y finalmente se cumple? Creamos otro deseo para poder mantener esa relación? Por qué (en mi caso) la concreción de ese deseo supone una tortura por haber alcanzado mis objetivos emocionales? No debería estar disfrutando y escuchando canciones de amor? Acaso para mí alcanzar un deseo enseguida me conecta con lo thanático y busco que se termine todo para tener un nuevo deseo que es justamente no estar con nadie?

Éstos casos los veo en otras personas cuando se reciben o compran sus casas (objetivos que nos implantan en la psiquis desde chicxs), al rato quieren estudiar otra carrera o vender su depto y comprar uno más grande, eso también es producto de un nuevo deseo o del inconformismo en el que atravesando el deseo tan sólo se espera la muerte del mismo?

Generalmente mis atracciones son no correspondidas, así que en el preciso momento en que le demuestro a la otra persona que tengo un interés la misma desaparece matando mi deseo, no sólo el deseo que tenía de conocer a una persona, sino el deseo que tenía de atraerle a la persona que me atrae. Ese ghosting me obliga a retraer un par de meses hasta que genere nuevas fuerzas emocionales, o simplemente lo viva como un capricho pasajero.

Pero cuando la atracción es correspondida todo se vuelve vertiginoso, el no saber cómo reaccionar en el preciso momento que el deseo se concreta, en otro momento hubiese huido, pero ahora luego de haber comenzado a transicionar todo se cuida y se valora mucho más, ya que las capacidades de concreción de deseo están alejadas entre sí por un contexto que no está deconstruido del todo. Pasamos de querer conocer personas y convivir a que por lo menos se animen a pasear con nosotras en plena luz del día, reducimos nuestras exigencias y valoramos más los afectos, cuidándonos de no tocar el límite de perder el amor propio.

Podría concluir algo, pero no lo deseo, así que lxs dejo y me voy a meditar.


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